sábado, 11 de junio de 2011

VIEJOS SUEÑOS



Llega un tiempo en el cual, las cosas que de niños habíamos soñado, fueron felizmente alcanzadas, o en el peor de los casos, un tiempo en el que se ha perdido la esperanza de alcanzarlas.
Llega una edad, en que pareciera que ya se ha logrado todo lo que uno se había propuesto hacer. Un tiempo en el que nada sugiere ser lo suficientemente excitante como para transformarse en un proyecto que suscite el entusiasmo necesario como para ir tras él.
Sin embargo resulta difícil admitir la idea de que el deseo pueda haber sido plenamente satisfecho, opción que constituiría una clara excepción a las premisas teóricas de nuestros amigos psicoanalistas. Sospecho en cambio, de la existencia de otras posibilidades que resultan más atractivas a mi pensamiento y que confluyen en una otra verdad: el deseo se alberga en alguna parte de nuestro ser, solo se trata de descubrir una señal que resuene lo suficiente como para poder ser percibida. Y para ello no existe otro camino, que no sea el de escuchar dentro de uno.
Pero que difícil se hace!!! Hasta aquí, había bastado con escuchar voces ajenas. Voces que pertenecían a otros, a los grandes, a los que saben, a los que nos crían, a los que nos gobiernan, a los que nos enseñan!!! En épocas pasadas, el deseo marchaba casi siempre de la mano del deber, entremezclado con sutiles reglas que dibujaban y daban forma al camino a seguir. En cierto sentido, que sencillo resultaba!!  
Hoy, en cambio, llegó el momento de definir el deseo desde una perspectiva puramente personal.
Hoy, llegó el instante en que  nuestro ser, se enfrenta a una inmensa hoja en blanco frente a la cual se posee la libertad de dibujar sin ninguna consigna previa que provenga de referentes externos.
Hoy, es el momento en que podemos inventar lo que queramos.
Hoy, ya hemos cumplido con todo y con todos.
Hoy, somos por fin, los auténticos dueños de nuestros sueños.
Sin embargo, creo que en muchos casos, esta repentina libertad nos toma por sorpresa ¿Sabemos acaso de que están hechos nuestros sueños actuales? ¿Sabemos con claridad, cuales son esos sueños que, despojados ya de los mandatos inculcados, se hallan libres de toda contaminación familiar, social, moral o religiosa? Los sueños pasados, por los cuales quizás aún hoy seguimos luchando, ¿se corresponden  con la experiencia interna que actualmente tenemos de nosotros mismos?

Recuerdo que de niña, mi mayor deseo era el de ser madre. En mis venas siempre corrió sangre de Susanita. Claro que, por suerte o por desgracia, Mafalda también me habría legado algunos de sus genes. Y transitar la vida, llevando dentro de mí a aquellas 2 mujeres simultáneamente, no resultó nada sencillo.
Susanita no hubiese permitido jamás, que me convirtiera en madre sin pasar previamente por el registro civil. En esos años, dicha opción no era una alternativa válida para mí. Por lo tanto, el sueño de la maternidad venía definitivamente amalgamado con el sueño de un marido. Si bien parece que soy más vieja de lo que me había dado cuenta hasta aquí, soy también lo suficientemente joven como para pertenecer a la generación de mujeres que debían liberarse de los hombres en búsqueda de la independencia (económica y de pensamiento). Con lo cual, junto a los hijos y al marido, venía incluida una carrera universitaria y una profesión. Un verdadero combo “all inclusive”. Dejaría para más adelante, la idea de tener una casa, un perro y demás figuritas necesarias que permitiesen encajar mi historia dentro de un cuento de hadas con final feliz.

Los años han pasado. Y yo logre hacer realidad todas mis ilusiones de antaño. Fui y soy muy feliz. Agradezco que dichas ilusiones se hayan materializado y sean parte de mi mundo actual. Mi presente  me agrada lo suficiente, como para volver a elegir todo de la misma manera, o casi de la misma (actualmente a Susanita le cerraría la boca más de una vez!!). Pero ya está, ya lo hice y ahora me pregunto: ¿para donde se sigue?

Me resisto a creer que a partir de aquí, el juego consista en observar cómo transcurren los años que restan, ver como crecen los hijos (a los que por instantes, preferiría ni mirar!!) , seguir perfeccionándome en mi profesión (me resisto, yo ya aprendí a ser psicóloga!!), en luchar por más logros materiales, o en esperar a los nietos (a los que no pienso criar, les voy avisando!!). No creo que lo que resta del camino se reduzca a eso, y si de ello se trata, permítanme manifestar mi oposición y descontento.
Prefiero pensar  en cambio, que existe una pieza en el rompecabezas, que aún no encontré, pero que ahí está, entre toda esa maraña de piezas pequeñas que aún pareciendo idénticas, no lo son. Sólo se trata entonces de  encontrar aquella, cuya forma única, encaje en el lugar y momento, únicos también, de ésta que es mi vida de hoy.

Haciendo este texto menos autorreferencial, observo que estas experiencias son vivenciadas y compartidas por muchas de las personas, a partir de cierta edad. Al menos aquellas que, al igual que yo,  crecieron y soñaron , con esa mezcla de Mafalda y Susanita (o sus correspondientes masculinos).
Observo que hay un tiempo, en el cual tanto el mundo como nuestro lugar en él, son cuestionados y reformulados. Una instancia en la que la realidad  comienza a verse desde otro punto de vista, según el cual ciertas cosas pierden sentido, en pos de otras que lo adquieren. Parece obvio aclararlo, pero cambiar el punto de vista sobre algo, implica mirar la misma cosa desde otra posición. Y ello es posible, sólo si uno se ha corrido del lugar desde donde antes observaba. Por lo tanto, para que se produzca dicha reformulación, debió de tener lugar un cambio de posición, producto siempre,  de una evolución personal. (“El tiempo no para”, dice la canción).

Y presiento asimismo, que esta nueva visión de la realidad,  constituye el factor que hace que tomemos conciencia que  aquellos sueños de antaño, directrices de nuestras vidas en determinado momento, ya están felizmente logrados o tristemente agotados. Hemos cambiado, no somos los mismos y por lo tanto, ya no necesitamos lo mismo. Aquel sueño del pasado, construido sobre pensamientos y conceptos  más que sobre la experiencia real de lo que se necesitaba, quizas ya no nos haga felices actualmente. Somos otros, hemos crecido!!

Actualicemos nuestro deseo, estrenemos un nuevo dibujo en esta hoja en blanco que se abre frente a nosotros y que seguramente, no será la última con la que nos toparemos. Siempre habrá nuevos momentos de cambio. Momentos vacios de contenido, que aún siendo generadores de angustia, constituyen la antesala dealgo nuevo por venir.
Aprovechémoslos para seguir creciendo….

G.J.



PD: (Una hora más tarde, mi hoja continúa en blanco y estoy tentada de gritar “Susanita volvé!!!!

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